40 años ya desde que un grupo de niñatos burgueses leídos pusieron en jaque al rey de turno (Carlo de Galia I) y cambiaron todo el sistema de valores de nuestra sociedad. Mas allá de los errores, de lo de moda que está atacar a la herencia de aquel mayo o de la incongruencia de muchos de ellos, prefiero el «interdit d’interdire» al «i’m loving it!»
Mi romanticismo barato me hace soñar con encontrar respuestas en ideologías complejas e imposibles (trotskistas, situacionistas…), hacer barricadas, cuestionar todo y pintar bonitos eslóganes por la universidad que me está acogiendo este año.
Andaba sumido en estas disquisiciones mientras contemplaba las fotos de las revueltas ahora expuestas en Place de la Sorbonne. Lleno de ardor revolucionario, veía a los «Sorbonnards» lanzarle piedras a los CRS.
Sin embargo, mis ensoñaciones se esfumaron cuando me giré y observé en la esquina de la plaza a un par de memos con corte de pelo «tectonik» mirando ensimismados las últimas horteradas que la sociedad de consumo puede proporcionarles. El contraste entre los flequillos de las fotos y sus peinados que acentuaban sus rasgos de australopitecos era considerable. Buscar la arena de la playa en sudaderas fosforito de oligofrénico tectónico es bastante mas triste que buscarla debajo de los adoquines del 5ème. Duro choque con la realidad de la sociedad actual. Peor aún fue ver a un par de gordas con acento de Kentucky y piel a punto de volverse Fried Chicken, sorbiendo cocacola mientras comentaban las fotos «Look it’s the French Revolution! How sweet!»
Solo pude encontrar consuelo cuando esa noche soñé con un enorme Alain Krivine de 2 metros que sierra eléctrica en mano, las descuartizaba. ¡Qué placer ver al trotskomonstruo atravesando sus sudorosos y horrendos tops con la sierra y transformando sus sonrosadas pieles de cerditas ignorantes en grasa lista para hacer nuggets de pollo!
¡Vivan los trotskomonstruos resucitados!
Me voy al psiquiatra, mañana actualizo de nuevo…
Jeunes et cons 